Querido páncreas

Por Ima Ríos

                Aunque soy diabética, nunca he tocado el tema de la diabetes porque  la verdad es que nunca me ha interesado. Todo el mundo es diabético. De algo nos tenemos que morir. ¿Para qué cuidarme, si comer es tan bueno? Si me sube el azúcar, solo tengo que bajarla y ya. Mis actos no repercuten en  mi futuro. Nadie es eterno. La diabetes no es peligrosa.  Etcétera.  Pero no es hasta que empiezas a no sentir las piernas o hasta que te duelen repentinamente todas las extremidades de tu cuerpo, que te das cuenta: la diabetes no es un chiste. Mi vista nublada me avisó esta mañana lo que está por venir. O te cuidas o te jodes, Ima, tu páncreas no funciona completamente y ya es hora de aceptarlo. Estás enferma.

                Despertar sintiéndote mareada todas las mañanas es una costumbre que tienes que abandonar. Las costumbres a veces no son buenas y requieren de un cambio para mejorar tu estilo de vida. Anoche no podías ni siquiera respirar. Tus cambios de mood son constantes.  Los dolores repentinos ya son un hábito y el adormecimiento de tus piernas, una rutina. Caminas, te duele, te cansas. Sólo quieres dormir. Tus estados anímicos cada vez son más bajos y tu libido está prácticamente muerto. Tienes picazón en todo el cuerpo y tu piel reseca. Todo te da vueltas y tienes que detener tu día todos los días un momento, dos momentos... a veces tienes que detenerlo completo. ¿Acaso esto es lo que quieres que sea tu vida? ¿Una constante desgana? ¿Un eterno martirio? ¿La mentira de sentirte bien? No. Es hora de un cambio.

Querido páncreas:

                Muchas veces te he echado la culpa de mi suplicio. Pero, la verdad es que imputar estados de culpabilidad o llamar a la incriminación no resuelve absolutamente nada. Si alguien cometió algún delito que me llevó a esta situación diaria, fui yo.  Tal vez por tener una fe ciega en ti, por creer que tu condición de incompetencia era pasajera. Probablemente, por no ir al médico. Por no hacerme los análisis anuales. Por no tomarme en serio.  A mí. Yo soy importante, pero nunca lo he creído. Que mi estado de salud sea íntegro  es importante, pero nunca lo he creído. Siempre me he sentido enferma y eso se convirtió en mi norma. Pero sentirse normal, a veces no es sentirse bien.

                Querido páncreas. Disculpa mi mal trato. No ha sido intencional la cosa. No tengo nada en contra tuya. Quizá este sea el resultado de haber vivido en contra mía estos últimos 26 años. Pero ya no más.  Prometo empezar a tratarte bien. A parar tu suplicio, mi pena. A hacer todas mis comidas. Hacer ejercicios diariamente y no solo los fines de semana... Ok,  ¿a quién engaño?, corrijo: ¨y no solo una vez al mes¨.  Dejar de comer postre. Darme mis gustitos, pero hacerlo con juicio. Ir al médico. No ser terca.  Tomarme mis medicamentos. Chequearme los niveles de glucosa. Y pensar en ti. Y en mí.  Todo el tiempo.  

Siempre tuya,
Ima